Cuento incomprendido
Fue en un instante que te sorprendí observándola con minuciosidad y detenimiento. Hasta entonces hubiera jurado que te era indiferente o que ni siquiera habías notado su presencia. La vida había sido dura con nosotros, pero eso no había importado y por muy cliché que sonara, éramos felices. Habías dejado tu antigua vida para acompañarme y no dejabas que la soledad regresara a aquel apartamento lleno de luz y escaso de muebles. Te reías de mi necesidad de espacio y de luz, pero la compartías calladamente.
Pero aquel día me di cuenta que añorabas tu vida de libertad y que estaba coartando ese don que yo siempre pedí a gritos. No es que la tuviera escondida pero preferí colocarla en aquel rincón oscuro, el único en todo el loft. Fue en ese momento cuando comprendí que debía dejarte ir y que la soledad volvería a ser mi compañera de habitación, y esta vez sería para siempre.
Pero aquel día me di cuenta que añorabas tu vida de libertad y que estaba coartando ese don que yo siempre pedí a gritos. No es que la tuviera escondida pero preferí colocarla en aquel rincón oscuro, el único en todo el loft. Fue en ese momento cuando comprendí que debía dejarte ir y que la soledad volvería a ser mi compañera de habitación, y esta vez sería para siempre.
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