El encanto termina a la medianoche...
Signos: horas, palabras: horas, encuentro: un encanto que terminó a la medianoche…Doce palabras que describen nuestra amistad o, como le he llamado últimamente, “nuestro encanto de la medianoche”.
Fue el nuestro un encuentro fortuito de bromas y más bromas. Un amigo mutuo hizo de cupido y nos “presentó” a través de ese famoso “mensajero”, en ese lugar anónimo que se llama Internet… el mensajero fue el cómplice de nuestros encuentros.
Y apareciste como el caballero de armadura blanca y corazón generoso que yo esperaba desde hacía muchísimo tiempo. Criterio amplio, un sentido del humor insuperable y una personalidad irresistible.
Luego vino el conocimiento de nuestras voces… nuestra modulación, el acento… cada vibración transmitía olores, sabores, sensaciones, emociones, sueños, esperanzas, tristezas y alegrías. ¡Habíamos encontrado nuestro paraíso!
Frases ingeniosas y agudas bromas se cruzaban… horas y horas y horas conversando… sonrisas a medias, tiernas y silenciosas… hasta los momentos de silencio añadían un toque especial a nuestra amistad. Nuestra amistad se había convertido en una necesidad espiritual, un medio para alejarnos de la soledad colectiva donde vivíamos inmersos. Eras mi complemento y mi fuerza en los momentos difíciles. Eras mi relajación en los momentos felices. Y yo significaba lo mismo para ti. Tantas veces nos lo dijimos.¡Fantástica historia! ¿No les parece? Y puedo imaginarme los susurros y las palabras… -¡Encontró su alma gemela! ¡Encontró al hombre perfecto!Pues… perdónenme que interrumpa sus exclamaciones de sorpresa… No había tal hombre perfecto… lo que había era la fantasía del hombre perfecto. Aquel que mira más allá de lo físico y se concentra en nuestra “personalidad”. ¡Ja!
¿Recuerdas el nerviosismo de nuestra “primera cita”? Nuestras conversaciones se centraban en gustos y disgustos, sueños y desilusiones; y nunca cruzamos palabra para describirnos físicamente. Ese era el motivo de nuestro nerviosismo, ¿cómo la reconoceré?, ¿cómo lo reconoceré? Y sentíamos que habíamos superado esa etapa. Era tal nuestro complemento emocional, espiritual e intelectual…
Y así fue… Fue una noche llena de emociones, de complementariedad, de risas y carcajadas. El toque final, un torrente de emociones que se desató al tropezar nuestras bocas accidentalmente a la hora de despedirnos.
¡Oh, la hipocresía! Madre de tantos disgustos y tristezas. Fingiste a la perfección un sentimiento que no existía en ti. Debí darme cuenta en el momento que tu boca pronunció aquella frase, una frase extraña pero que describía a la perfección el momento: -No rompamos el encanto de este día, recuerda que éste se termina a la medianoche.
¿No terminan así los cuentos de hadas?- ¡Amén! ¡Así sea! El encanto terminó, ese día, a la medianoche.
Comments
Un abrazo mi paisana!!
Ale
Hay que seguir buscando.
Saludos.
¡Saludos!