Vendedor de ilusiones...
Ninguno de sus amigos entendía por qué Juanjo había decidido trabajar por las noches. Sabían de sobra que no era por necesidad ya que su situación económica era mucho mejor que la de ellos. ¿Buscar pareja? Lo habían descartado desde el principio pues era innegable su popularidad entre las mujeres. Sin embargo, seguía allí, en las calles de la Zona Viva vendiendo flores.
Y Juanjo sabía que sus amigos se hacían todas esas preguntas y sonreía para sus adentros al pensar en la confusión que reinaba en su círculo. Sabía, también, que no entenderían sus razones, aquellas razones que lo impulsaban cada noche a recorrer las calles ofreciendo su producto.
Todo había comenzado con una sorpresa. Sus compañeros de oficina querían ofrecer una fiesta de cumpleaños a una de las secretarias, una chica que era muy estimada por todos. El plan era que otra de las secres le pidiera que la acompañara a la Zona Viva para comprar unas cosas al salir del trabajo y entonces, se toparan de repente con Juanjo. Éste se “disfrazaría” de vendedor de flores para sorprenderla y las conduciría hacia el lugar de la fiesta.
Ese día, Juanjo compró un ramo de bellas rosas y, a la hora indicada, comenzó a pasearse por el lugar acordado. Sus amigas tardaban y se sorprendió cuando varias personas se acercaron a comprarle las flores. Aquella zona era muy transitada por extranjeros, así que no le pareció extraño ver a un grupo grande de éstos pasar varias veces por donde él se encontraba. De repente, sintió que una mano le tocaba el hombro y una voz muy dulce le hablaba. Al voltear, se encontró con el grupo de gringos y a una chica que le solicitaba le diera las indicaciones para llegar a un conocido restaurante del área. Se notaba a leguas su timidez… y talvez eso fue lo que lo decidió a no darle las indicaciones sino que los guió hasta el lugar, que se encontraba como a media cuadra de donde los había encontrado.
La chica se había mostrado agradecida y aliviada por su ayuda. Estaba claro que no conocía la zona y se sentía temerosa. Además, podía ver que se sentía incómoda a pesar de la actitud amigable del grupo hacia ella.
Al llegar al restaurante, ella agradeció su ayuda comprándole una rosa y luego, con una sonrisa triste, se dirigió hacia la puerta. Juanjo entonces, impulsivamente, tomó el botón de rosa más bello que le quedaba y se lo ofreció sin decir palabra.
La sonrisa de la chica y el brillo en sus ojos expresaron lo que sus labios no pudieron, y quedaron grabados en la mente de Juanjo, quien nunca creyó que un detalle tan insignificante hubiera podido causar aquella reacción.
Desde entonces, Juanjo compra un ramo de rosas al salir de su trabajo y recorre las calles de la Zona Viva, sabiendo que una sola flor puede, muchas veces, iluminar una vida.
Y Juanjo sabía que sus amigos se hacían todas esas preguntas y sonreía para sus adentros al pensar en la confusión que reinaba en su círculo. Sabía, también, que no entenderían sus razones, aquellas razones que lo impulsaban cada noche a recorrer las calles ofreciendo su producto.
Todo había comenzado con una sorpresa. Sus compañeros de oficina querían ofrecer una fiesta de cumpleaños a una de las secretarias, una chica que era muy estimada por todos. El plan era que otra de las secres le pidiera que la acompañara a la Zona Viva para comprar unas cosas al salir del trabajo y entonces, se toparan de repente con Juanjo. Éste se “disfrazaría” de vendedor de flores para sorprenderla y las conduciría hacia el lugar de la fiesta.
Ese día, Juanjo compró un ramo de bellas rosas y, a la hora indicada, comenzó a pasearse por el lugar acordado. Sus amigas tardaban y se sorprendió cuando varias personas se acercaron a comprarle las flores. Aquella zona era muy transitada por extranjeros, así que no le pareció extraño ver a un grupo grande de éstos pasar varias veces por donde él se encontraba. De repente, sintió que una mano le tocaba el hombro y una voz muy dulce le hablaba. Al voltear, se encontró con el grupo de gringos y a una chica que le solicitaba le diera las indicaciones para llegar a un conocido restaurante del área. Se notaba a leguas su timidez… y talvez eso fue lo que lo decidió a no darle las indicaciones sino que los guió hasta el lugar, que se encontraba como a media cuadra de donde los había encontrado.
La chica se había mostrado agradecida y aliviada por su ayuda. Estaba claro que no conocía la zona y se sentía temerosa. Además, podía ver que se sentía incómoda a pesar de la actitud amigable del grupo hacia ella.
Al llegar al restaurante, ella agradeció su ayuda comprándole una rosa y luego, con una sonrisa triste, se dirigió hacia la puerta. Juanjo entonces, impulsivamente, tomó el botón de rosa más bello que le quedaba y se lo ofreció sin decir palabra.
La sonrisa de la chica y el brillo en sus ojos expresaron lo que sus labios no pudieron, y quedaron grabados en la mente de Juanjo, quien nunca creyó que un detalle tan insignificante hubiera podido causar aquella reacción.
Desde entonces, Juanjo compra un ramo de rosas al salir de su trabajo y recorre las calles de la Zona Viva, sabiendo que una sola flor puede, muchas veces, iluminar una vida.
Comments
V.
Saludos y rosas.
Pescador... Saludos!!! Veràs que cosecharàs muchas sonrisas... jejeje ;)
Goathemala... Graaaaaacias!!!! Me complace mucho que te gustara...
"Te traje 11 rosas para que a tu lado completen las doce"
Es decir, unas rosas para otra rosas. Verdaderamente el cambio de cara era inmediato, pero, sobre todo en el interior se le movía el piso a mi amada.
puede ser real y metafórico a veces yo también regalo rosas,
Saludos!!!!!!
Fer... que bueno que el romanticismo no se pierda... ;)
SCD... Es bueno que el mensaje haya llegado y que les haya gustado... ;)
Black Wizard... ojalà que esos pequeños detalles pudieran abundar tambièn en nuestro dìa a dìa... Saludos y gracias por la visita!!!!
Fiamma, continue to take pictures. I'll look forward to seeing more!
A fan! Nancy
Sigue visitàndome!!! ;)